miércoles, 18 de enero de 2012

ALFONSO CANO, OTRO DIRIGENTE REVOLUCIONARIO QUE ABRAZA LA INMORTALIDAD, por FARC-EP



 ALFONSO CANO, OTRO DIRIGENTE REVOLUCIONARIO QUE ABRAZA LA INMORTALIDAD
 
Allá, en medio del incontenible fuego guerrillero contra el régimen de oprobio y vende patria que nos oprime, cumplió su cita con la muerte, en ejercicio de su misión histórica, para orgullo y ejemplo de los revolucionarios de Colombia, Latinoamérica y el mundo entero.

El páramo de Sumapaz, vinculado gloriosamente a la historia por la heroica resistencia campesina a la voracidad latifundista en buena parte del siglo veinte, sería testigo del arribo del joven Alfonso Cano a las filas de las FARC-EP. En esos bellísimos parajes de la cordillera oriental habría de producirse su encuentro con los dos grandes fundadores, Manuel Marulanda Vélez y Jacobo Arenas, quienes no vacilarían para integrarlo como miembro pleno del Secretariado Nacional, la exigente dirección revolucionaria encargada de conducir las distintas estructuras de las FARC en todo el país.

Su trayectoria rebelde

Aquella decisión no era gratuita. Alfonso contaba ya con una larga y fértil trayectoria de rebeldía, florecida en medio del torbellino mundial de los años sesenta, época en la que la juventud se encargaba de echar por tierra más de un mito edificado por la sociedad de mercado.

Los estudiantes, ese torrente de energía continuamente movilizado y renovado, desenmascaraban la brutal agresión imperialista contra el humilde pueblo de Vietnam, manifestaban entusiastas su respaldo incondicional a la revolución cubana, y con ella su admiración por las emblemáticas figuras de Fidel y el Che, se sumaban conmovidos a la solidaridad con  los campesinos que se alzaban en Marquetalia, aplaudían el levantamiento de las comunidades negras contra la discriminación racial en el territorio de los Estados Unidos y vibraban emocionados con las luchas de africanos y asiáticos contra el colonialismo.

Alfonso Cano encarnó ejemplarmente a esa generación comprometida de manera íntegra con la causa universal de los oprimidos. Su activa militancia revolucionaria supo fundarse en una creciente formación marxista, que, unida a su incansable trabajo, habría de conducirlo a ocupar las más importantes responsabilidades dentro de la Juventud Comunista. Su espontánea contribución clandestina a las FARC lo alejaría de las actividades legales. El apoyo logístico al movimiento armado, así como la instrucción ideológica y política de sus combatientes harían parte de sus delicadas tareas  durante varios años. Finalmente, tras el paso por la dura fragua de la cárcel, determinó vincularse de lleno a la guerrilla en las montañas.

Poco después de su llegada al Sumapaz  marchó por el lomo de la cordillera rumbo al municipio de Colombia, en el departamento del Huila, en donde habría de efectuarse un primer encuentro de la delegación del Secretariado y la comisión del gobierno, como paso previo a la apertura del proceso de diálogos entre las FARC y la administración de Belisario Betancur. Se puede afirmar así que desde el momento mismo en que el Camarada Alfonso Cano descendió del bus en San Juan del Sumapaz,  dio comienzo a su trabajo por la paz del país por encima de múltiples riesgos y esfuerzos. Ese sería siempre el talante de su compromiso.

Un convencido de la solución política

Fue en Casa Verde, al lado de Manuel y Jacobo, en donde se inició de manera diligente su papel en el Secretariado.  De aquella época, que ronda los Acuerdos de La Uribe, datan los cimientos de la doctrina fariana sobre  la superación del conflicto social y armado en Colombia, según la cual esta sólo podrá fundarse en la solución  de los problemas estructurales que originaron el alzamiento, contrariamente a quienes desde el Establecimiento y falsas posiciones de izquierda pregonan que la fórmula para la paz consiste en la renuncia de los revolucionarios a sus principios, su sometimiento a las posiciones de las clases dominantes y la traición ante las ofertas y lisonjas del Establecimiento.

Fue a Alfonso a quien correspondió encabezar la delegación de voceros de las FARC en las conversaciones entre la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar y el gobierno de Cesar Gaviria en Caracas y Tlaxcala, que fracasaron cuando el gobierno optó por levantarse de la mesa, para evadir la discusión con la guerrilla y la dirigencia sindical, acerca del paquete de medidas económicas neoliberales implementadas con los sonoros nombres de modernización, apertura económica y privatización.

También lo vimos en el Caguán durante la etapa de los diálogos con Pastrana, al lado del camarada Manuel y demás miembros del Secretariado, trazando las líneas que habrían  de guiar ese nuevo intento por hallar salidas civilizadas al conflicto que nos envuelve desde hace más de seis décadas, el cual  naufragó nuevamente cuando el gobierno de turno, argumentando razones similares a las de Gaviria, acabó de manera unilateral con el proceso, abandonando la discusión de los temas pactados en la agenda.

Tras asumir la comandancia de las FARC, el camarada Alfonso Cano, consecuente con esta línea de conducta política, asegura en carta dirigida mandos y guerrilleros en junio de 2008: “Persistiremos en nuestros esfuerzos por alcanzar la paz democrática por las vías civilizadas del diálogo tal como lo hemos hecho desde hace 44 años, porque es nuestra concepción revolucionaria, porque así son nuestros principios”.

Y unas semanas antes de morir, en mensaje enviado al Encuentro Nacional por la Paz realizado en la ciudad de Barrancabermeja, expresa así  su pensamiento: “Las FARC-EP quiere hoy reiterar, una vez más, que creemos en lo solución política, que creemos en el diálogo, que creemos viable la consigna central de este evento, la consideramos justa.  El diálogo es la ruta. Los convocamos a todos ustedes a que  a partir de la culminación de este evento irriguen en el país y en el mundo esos inmensos deseos que tenemos las grandes mayorías de este país de encontrar las soluciones políticas al conflicto”.

Ese era su pensamiento, su concepción de paz para la patria, una paz cimentada sobre la base del progreso  y el bienestar para el pueblo, fundada en una verdadera democracia, con empleo, salario justo, tierra para los campesinos, salud y educación para todos. Tal vez por eso la burguesía militarista y sanguinaria, al igual que sus corifeos a sueldo, enemigos todos del pueblo de Colombia, aseguran que se trató de una persona intransigente, contraria a la solución política.

Sus aportes a la lucha

Junto con Manuel y Jacobo le correspondió a Alfonso integrar un equipo que en su composición resumía la esencia histórica de las FARC-EP, campesinos, obreros y estudiantes reunidos bajo las banderas ideológicas del marxismo leninismo aplicado a nuestra realidad, para verterlo en directrices certeras  al accionar político y militar del Ejército del Pueblo, en conclusiones de conferencias y plenos, declaraciones y manifiestos que desarrollan lo contenido del programa político partidario, el plan estratégico y la plataforma bolivariana.

Su invaluable aporte a la línea político militar de las FARC-EP  lo encontramos recogido en los múltiples documentos que le correspondió elaborar en su condición de miembro del Secretariado Nacional. En ellos se pone de presente su magistral capacidad de síntesis del pensamiento colectivo, su atinada visión de la realidad nacional y su certero manejo del método marxista para desentrañar la esencia de los fenómenos y dar respuesta precisa a los complejos problemas que se presentan a la dirección revolucionaria en un país como el nuestro.

Comunista integral, no vaciló en la defensa de los más caros principios organizativos cuando quiera que los mismos pudieran sufrir merma, o lo exigiera la lucha ideológica interna contra toda expresión extraña a la ideología proletaria.

En abril de 2000, ante más de treinta mil entusiastas asistentes y con  la presencia  de la mayoría  del Estado Mayor Central, Alfonso Cano asumió la dirección del Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia, con un sesudo discurso que puso al desnudo, de manera incisiva, el carácter violento y criminal del régimen, sustentando la necesidad de levantar esta novedosa herramienta organizativa como alternativa para la unidad de los humildes de Colombia, en su lucha por alcanzar la paz con justicia social y soberanía.

Por los mismos días,  en desarrollo de una reunión en Villa Nueva Colombia, sede de los diálogos con el gobierno, con  asistencia de embajadores y representantes de 29 naciones y el Estado Vaticano, expuso en nombre del Estado Mayor Central de las FARC las razones históricas del conflicto, develó la doble moral de la burguesía colombiana y el imperialismo norteamericano en el tema de la lucha contra las drogas, denunció la inclemente expoliación de nuestros recursos naturales y reclamó la solidaridad de la comunidad internacional en la búsqueda de la solución política para el conflicto. Su propuesta final de moratoria del pago de la deuda externa como forma de liberar recursos necesarios para nuestro desarrollo terminó por acarrearle el cerrado aplauso de todos los participantes.

Justo reconocimiento

Su designación como integrante de la dirección de la Coordinadora Continental Bolivariana se constituyó en el reconocimiento de los pueblos de Latinoamérica y el Caribe a su compromiso inquebrantable con la liberación del dominio imperialista. Reconocimiento que adquiere un carácter doblemente meritorio en una época como la actual, cuando la ideología dominante se encarga de proclamar que el imperialismo no fue más que una construcción mitológica del pasado, y se hace objeto de indescriptibles riesgos a todo antiimperialista consecuente.

El hombre revolucionario

Dueño Alfonso de una inmensa capacidad para el análisis, nada escapaba a su aguda y certera observación que luego tomaba cuerpo en frases precisas al hablar o escribir. Como expositor y conferencista de temas ideológicos o asuntos específicos de la problemática realidad colombiana, convertía en una rica experiencia el privilegio de escucharlo. Excelente conversador, de maneras amables en el trato y fino humor bogotano, trasmitía grata calidez a su interlocutor mientras con  su mirada de grandes ojos abiertos, indagaba las razones ocultas tras los gestos y personas.

Jamás abandonó su pasión por los deportes. Hincha enamorado del club Millonarios de la capital de la república, en cuyas divisiones inferiores llegó a jugar, no dudaba en plantar  discusión a cuanto seguidor del Independiente Santafé osara retarlo. Siempre siguió con atención los resultados del campeonato y vibraba o sufría con las actuaciones de su equipo. En épocas anteriores, cuando la dinámica de la confrontación lo permitía, se le veía con alguna frecuencia jugando al fútbol con sus camaradas o manejando con destreza la raqueta en una mesa de ping-pong.

Entre los juegos de mesa gustó sobremanera del armador de palabras, que al igual que las cartas le permitía desentrañar los pormenores más recónditos de la personalidad de sus rivales. Seducido por el automovilismo seguía emocionado las trasmisiones de las válidas y disfrutaba con los logros de Juan Pablo Montoya en la Fórmula Uno. Amante de los animales, cuidaba y atendía con cariño aquellos que escogía como mascotas. Entre estas se encontraron siempre los perros, que hasta su propia muerte le arrancaron especial afecto.

En sus ratos de ocio y entretención no faltó nunca la tertulia al ritmo de boleros antillanos y canciones clásicas de salsa, mientras degustaba un trago de Remy Martin. Y a la hora de bailar, sabía hacerlo con la especial habilidad de quienes aprendieron de esas artes en los lugares preferidos de la bohemia bogotana de los años sesenta y setenta del siglo pasado.

Pero sin lugar a dudas su verdadera pasión fue la lectura. Era común hallarlo sumergido en ella durante horas y horas, devorando un libro tras otro con incansable dedicación, sin que le faltara tiempo para leer en forma asidua diversas clases de revistas y publicaciones. Ello le permitía hallarse al tanto de toda clase de asuntos. Este hábito le venía de muy joven, quizás reforzado por la exigente discusión política que rondaba el caldeado ambiente de sus años de estudiante en la Universidad Nacional. Desde entonces ningún campo del saber escapaba a su atención, aunque sus favoritos fueran la filosofía, la economía, la política, la historia, la literatura, la lingüística y las distintas manifestaciones del arte.

El cuadro de teoría y práctica

Su incuestionable autoridad política y moral echaba raíces en la esmerada formación intelectual que se fue labrando con los años, al lado de la cual siempre jugó igual importancia su desempeño en las diferentes actividades revolucionarias. Alfonso añadió toda la vida a su innegable capacidad teórica una incesante práctica material que hizo de él un destacado cuadro integral del movimiento armado, dispuesto permanentemente a conjugar pensamiento y acción del modo más consecuente y valeroso.

Ese inamovible rasgo de su carácter nunca pudo ser perdonado por sus detractores, dentro de quienes se contaron siempre los desertores de la lucha revolucionaria legal o armada. Una vida ejemplar, al servicio de la causa de los pobres hasta las últimas consecuencias, constituye una impronta encendida y quemante que arde desesperante en la conciencia de toda esa inteligencia a sueldo del gran capital, que hoy como ayer destila su frustración en los medios de comunicación y el mundo académico  “políticamente correcto”.

Al fallecer el camarada Manuel, sus compañeros del Secretariado Nacional no dudaron un instante  para designar a Alfonso Cano como nuevo Comandante de las FARC-EP. Desde la fundación de la organización sólo Marulanda había ocupado ese   cargo. Al nuevo Jefe le correspondió asumir el mando en una etapa de intensa confrontación con el régimen, en la que demostró con creces sus capacidades como conductor político militar, ya evidenciadas en su desempeño como Coordinador de los Comandos Adán Izquierdo y Occidental. De modo rápido supo ganar el reconocimiento y el respaldo de mandos y tropas guerrilleras, que vieron materializar en la práctica concreta de los planes su certera orientación.

Prueba de ello el nivel alcanzado por las FARC en el departamento del Cauca, donde el Camarada Alfonso pasó sus últimos días al frente de los audaces destacamentos guerrilleros que diariamente ponen en aprietos a las tropas oficiales, cuyos mandos no logran explicarse las razones de su fracaso al tratar de contener el imparable accionar de la insurgencia. Allá, en medio del incontenible fuego guerrillero contra el régimen de oprobio y vende patria que nos oprime, Alfonso Cano cumplió en forma heroica su cita con la muerte, en ejercicio aguerrido de su misión histórica, para orgullo y ejemplo de los revolucionarios de Colombia, Latinoamérica y el mundo entero.

El Comandante Alfonso Cano cayó en combate, ofrendando su vida de manera generosa por la liberación de la patria y como muestra del compromiso irreversible que inspira a mandos  y combatientes del Ejército del Pueblo. Su vida y su muerte nos señalan la senda por donde han de transitar la victoria popular y Nueva Colombia.

Su testamento epitafio

Siguiendo el camino trazado por Manuel y Jacobo antes de partir, contó con tiempo y dedicación suficientes para completar los trazos sobre los cuales debemos continuar trabajando en este tramo de la historia. Así lo certifican las palabras dirigidas a todos los miembros del movimiento cuando asumió la comandancia de las FARC-EP:

“Camaradas: los caminos que conducen al incremento de la lucha popular en sus más variadas formas y a la conquista del poder, nunca han sido fáciles, ni en nuestro país ni en ninguna otra parte del mundo, ni ahora ni antes. Solo la profunda convicción en la victoria, en la justeza, validez y vigencia de nuestros principios y objetivos y un monolítico esfuerzo colectivo, garantizarán el triunfo. A los reaccionarios que hacen cuentas alegres con las FARC les informamos que la intensidad de la confrontación nos ha fortalecido, hemos estrechado vínculos con las comunidades, sus organizaciones y las luchas populares, elevado la disciplina y el respeto por la población civil e incrementado nuestra cualificación y aprendizaje. Han caído guerrilleros porque así es la lucha, pero también su generosa sangre derramada es evidencia de nuestro total compromiso con el pueblo, otros camaradas ya cubrieron la trinchera y muchos más continúan llegando a filas, así fueron también la gesta de nuestra independencia y todos los
procesos liberadores de la humanidad donde se desataron los demonios de la guerra…”

“…Somos una fuerza revolucionaria con la suficiente historia, solidez y consistencia para superar el fallecimiento de nuestro Comandante en jefe, porque él mismo nos instrumentó y contribuyó en el esfuerzo colectivo de consolidación política y militar. El Secretariado, el Estado Mayor Central, los Estados Mayores de los bloques y frentes, los comandos de todo nivel, los mandos y combatientes de las FARC-EP garantizaremos el triunfo”.

Palabras que parecen redactadas a propósito de su propia muerte, como si de su propio epitafio se tratara.

¡CAMARADA ALFONSO CANO!… ¡MORIR POR  LA PATRIA ES VIVIR PARA SIEMPRE!

Montañas de Colombia, enero de 2012


SECRETARIADO DEL ESTADO MAYOR CENTRAL
FUERZAS ARMADAS REVOLUCIONARIAS DE COLOMBIA EJÉRCITO DEL PUEBLO FARC-EP

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